Hay un derecho psicológico que no muchos conocen : el de dar y recibir elogios.
Se supone que dar un elogio es adular. Y que desear un elogio es vanidad. No es así.
Es totalmente cierto que no valemos por los elogios que recibimos. Pero también es cierto que nos gusta ser reconocidos, y un elogio hace eso. Además de que es justo que se reconozca lo valioso.
También es cierto que un elogio puede envanecer a una persona de "pocos quilates", pero nosotros no somos ese tipo de persona.
Y dar elogios, merecidos y ciertos, por supuesto, es algo que nos provoca bienestar. El bienestar de sentirnos capaces de reconocer los méritos ajenos, el bienestar de gozar de tal nivel de seguridad que no perdemos por dar.
Si quien recibe nuestro elogio no sabe agradecerlo o nos juzga mal, será su problema, no el nuestro.
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viernes, 11 de mayo de 2012
PARA SENTIRTE MÁS FELIZ, DA UN ELOGIO.
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