Comienzo diciendo que el cielo puede ser mi límite y, también, que puede ser bello ser sorprendido por lo inesperado, por lo impensable.
Todo eso en palabras, pero ¿también en la vida real?
Para ser feliz no necesito alcanzarlo todo ni alcanzar lo máximo de lo máximo. Sí, sería delicioso pero no es realista.
Ponerse desde un principio metas altísimas, es asegurarse sufrimiento. Aunque algunos crean que eso es motivarse bien.
Las metas más modestas también nos hacen muy felices.
Esperar lo perfecto y fantástico tampoco es una buena vía de felicidad. Aunque cada quien es dueño de esperar lo que desee.
Ser realista y trabajar por mejorar nosotros y nuestras situaciones, garantiza felicidad.
Las luchas que ganamos son las posibles.
Está bien soñar, sin olvidar que son sueños y que los sueños, cuando se alcanzan, es poco a poco y paso a paso.
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