Hoy en día es cierto que la virtud de la prudencia es poco conocida y poco apreciada.
Se la conoce mal. Se cree -malinterpretándola- que la prudencia es cobardía y aburrimiento.
Pero la prudencia es buen raciocinio, raciocinio realista y provechoso.
La cobardía y el aburrimiento no razonan bien ni son realistas.
El cobarde no piensa bien porque el miedo lo coacciona y le impide ser realista. Y el aburrido no piensa bien porque su sosera lo domina y le impide reconocer todas las posibilidades.
Hoy se pondera la intrepidez, pero no la de la valentía sino la de la insensatez, la que no aprovecha a nadie y solo ofrece emociones inútiles.
Sé prudente : sé reflexivo, sé realista, aprende a reconocer lo valioso, arriésgate por lo noble y cuídate porque quieres ser feliz, sensatamente feliz, que es la única forma de ser realmente feliz.
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